Finca Palmeretes

La finca Palmeretes de planta cuadrangular cuenta con cuerpo en forma de torre y una terraza corrida al sureste. La planta baja adquiere fuerte personalidad gracias a su porche, erigido sobre esbeltas columnillas de hierro fundido que se prolongan para conformar los antepechos de la terraza. Sus cubiertas inclinadas, con crestería cerámica, disponen de grandes aleros apoyados sobre finas ménsulas o canecillos de madera. Los huecos de los vanos y las líneas de los forjados se matizan con motivos cerámicos. La carpintería cuenta con delicadas persianas de librillo, y cuando la celosía de madera está desplegada, se proyectan sombras espectaculares sobre la fachada. Todos estos elementos otorgan al conjunto arquitectónico un sofisticado dinamismo visual.

La vivienda dispone de dos plantas, una buhardilla de escasa altura y un semisótano. Originariamente la vivienda no contaba con baños ni cocina. Los alimentos se elaboraban en una edificación contigua, también muy atractiva pero de características formales diferentes a las de la residencia. La posterior instalación de los cuartos de baños implicó una reestructuración de la edificación. Si anteriormente la escalera se vinculaba al salón principal, ésta tuvo que independizarse de las estancias para poder acoger los servicios higiénicos, un aposento indispensable para los estándares del siglo XX.

El conjunto se completa con lo que fueron hermosos jardines con esculturas, pináculos y arbolado monumental. El arquitecto Santiago Varela realizó en la década de los 80 la siguiente descripción de sus jardines: “[…] reducido espacio cercado con vallas de caña, de forma cuadrangular, surcado por multitud de paseos asimétricos, que desembocan en rincones con esculturas de cemento, entre los paseos se disponen parterres bordeados de setos de aligustres, y plantados de vivaces, como el riguroso heliotropo, hierbas luisas, geranios, bruscos, y un sin fin de arbustos. Entre su arbolado dominan la palmera datilera, las washingtonias, destacando un drago canario de gran tamaño, un gigantesco ficus afectado por las sequía y una sequoya, entre otros, además de los dos pinos piñoneros que sombrean la portada de acceso, varias jacarandas, y una pinada de reducidas dimensiones, en un lateral de la casa, al otro lado del camino del Tenderel, junto el mencionado conjunto, y enfrente de su acceso principal, se encuentra la ermita de la finca, rodeada por un auténtico palmeral de reducidas dimensiones, y formando un conjunto bastante pintoresco […]”.

En los últimos años el conjunto ha sufrido numerosos saqueos e incendios, junto con el robo y destrozo de las esculturas del jardín. La mayoría de las puertas y de las ventanas han sido forzadas, la librería desvalijada y algunos libros han sido quemados. La barandilla de la terraza y escaleras ha desaparecido. El primer piso también fue pasto de las llamas. La finca, de titularidad privada, se encuentra a la espera de una actuación integral que restaure la casa, la ermita y sus jardines.

¿Sabías que…?

Frente al arco de entrada a la finca, existe una puerta situada entre machones de piedra con remates de formas eclécticas típicamente decimonónicas. Frente a ella, atravesando el camino, se halla la capilla de estilo ecléctico e influencia francesa. Fue bendecida en 1861 y está dedicada a la Virgen de los Dolores. Originariamente era un edificio exento de planta cuadrada, pero una ampliación posterior, acabó confiriendo una terminación rectangular. La cubierta de láminas de zinc en forma de escamas es una bóveda también de estilo afrancesado con una linterna central circular.

A comienzos del siglo pasado el propietario era D. Alfredo Salvetti. Su última ocupante fue Dña. Ana Ballenilla Fajardo. Cada 15 de septiembre Dña. Ana abría las puertas de su ermita para que la Comisión de Fiestas y los habitantes del pueblo celebrasen una misa ofrecida por D. Federico Sala, en honor a la Virgen de los Dolores.