Finca El de Conde o La Paz
En el camino Viejo o de Maigmona, entre Sant Joan y Mutxamel, encontramos la entrada a la finca El de Conde, delimitada por grandes machones de mampostería revocados, imitando sillería. Antaño la acequia Mayor cruzaba el enclave. Para poder acceder a la casa había que atravesar un puente de piedra. Hoy en día ya no existe el canal, y los escasos árboles que quedan apenas malviven en el jardín arrasado. Aquel vergel abrazaba la edificación al sur y al este, permitiendo abrir los grandes ventanales adintelados para dejar pasar la brisa entre los árboles del jardín mojado, apaciguando así los aires secos y cálidos del Xaloc o del medio día. Ahora sería necesario echar las persianas para refugiarse del erial abrasador, si no fuera porque ya nadie habita la casa, y solamente las paredes albergan el recuerdo de aquellos días en que sus moradores daban significado a esta tierra de gozo.
Aquel jardín era uno de los más reconocidos de la Huerta alicantina, tenía una superficie de unas 25 tahúllas, más de dos hectáreas actuales. Desde la verja hasta la fachada principal de la vivienda se accedía a través de una explanada rectangular, formada por una hilera de grandes cipreses que actuaban de barrera natural, separándola del jardín situado al este. Al oeste, encontramos una tapia de mampostería junto a la casa, configurando un camino que conducía a los establos.
La fachada principal neoclásica aún conserva la robusta puerta enmarcada por sillares, junto con los ventanales bien ordenados y simétricos. El porche porticado tiene columnas jónicas que se prolongan como antepecho en la planta primera, conformando la noble terraza. El edifico es de color ocre, con las líneas de imposta, las molduras y el recercados de los vanos en un tono más oscuro. Al interior de la casa se accede a través de un vestíbulo rectangular de grandes dimensiones, dividido por tres arcos carpaneles situados en paralelo a la puerta principal. Desde el distribuidor se abren a ambos lados diversas antesalas y alcobas. Situada en el fondo del vestíbulo encontramos la escalera, que está iluminada por una linterna central de planta cuadrada. La linterna se puede ver desde el exterior, se trata del torreón con cubierta a cuatro aguas de teja curva color verde esmeralda. La luz entra por los ventanucos, iluminado el cuerpo central de la casa.
La fachada este tiene una composición similar a la principal, pero adosado al conjunto se encuentra un patio delimitado por una arcada. La arquería conecta con otro cuerpo edificado, sin duda una de las mayores sorpresas de la villa. Se trata de un pequeño teatro o sala de conciertos que contaba con acceso independiente al de la casa. Un grabado francés, del siglo XIX, muestra los jardines, las fachadas y el teatro, dando fe del esplendor de aquellos tiempos protagonizados por las noches veraniegas, el recreo y la diversión.
Grabado francés de la Finca El de Conde o La Paz donde se aprecia, además de sus jardines, el teatro
La vida en la finca se desarrollaba en cada una de las tres plantas de la casa. La familia gozaba como es natural de las estancias ubicadas al mediodía. La primera planta acogía las dependencias de convivencia doméstica y social. No es extraño encontrar un imponente salón en una edificación de estas características, lo que resulta menos habitual es que la mansión disponga de gabinete o sala de grabador y de cartografía, decoradas con pinturas, frescos y litografías. Esto nos da una idea de la sensibilidad y solemnidad de los habitantes de la morada. Además, en esta planta existía una pequeña capilla con un retablo y un altar de mármol, las paredes en color crema y el suelo también de mármol.
Pero resulta imposible imaginar el día a día en la finca sin las personas dedicadas al servicio. Los criados se encargaban de poner a punto el engranaje de la casa. Complacer a sus señores implicaba atender sus necesidades domésticas y representativas, lo que suponía hacer un esfuerzo suplementario cuando se recibían invitados, para quienes se debían acondicionar algunas salas de la villa. Muchas de sus labores se desarrollaban en el ala norte del edificio, donde se ubicaba la vivienda del guarda, los establos, almacenes, corrales y cocheras.
También al norte se ubica la cocina de grandes dimensiones, a la que se puede acceder por una escalera de servicio. El regimiento de empleados se acomodaba en la tercera planta, donde se encontraban sus dormitorios y aposentos. Hoy ya nadie saca brillo a la cristalería de los señores, o pone a punto el ajuar. Los salones no rezuman los olores apetitosos de los manjares que se escapan de la cocina. Ni rastro de los cuidadores de los caballos, jardineros, doncellas o sirvientes. Todos disfrutan de un día eterno de asueto. El Conde no está en casa. Tampoco ya nadie lo espera.
¿Sabías que…?
El edificio originariamente fue construido en el siglo XVI, aunque su aspecto actual es consecuencia de las remodelaciones llevadas a cabo a mediados del siglo XVIII, y los siglos XIX y XX. Originariamente se trataba de una finca de explotación agraria, aunque luego se convirtió en una finca de recreo.
Respecto a la propiedad de esta villa se sabe que perteneció a la familia nobiliaria de los Sres. Condes de Casa Rojas y Marqués del Bosch. Los Rojas eran descendientes castellanos del solar burgalés del lugar de Rojas, aunque esta rama procede de aquellos que se asentaron Jerez de la Frontera y Cádiz, pasando después a Alicante y Valencia. Fue D. José Pedro de Rojas y Recaño, el I Conde de Casa Rojas por Real Decreto del 18 de diciembre de 1789.
Por otro lado, la familia Bosch procede de Cocentaina, y antes de Cataluña. Tras despuntar en la conquista de Játiva, se establecieron en Alicante. El Marquesado de Bosch de Ares fue creado por Carlos III el 28 de febrero de 1689.
Hacia 1924 la propiedad pertenecía al Sr. Marqués de Algorfa. La denominación de la villa con el sobrenombre de “La Paz” es asociada al bienestar del que se podía disfrutar tanto en la residencia como en sus jardines.
Actualmente la finca es atravesada por el deslinde de los términos municipales de Sant Joan d’Alacant y Mutxamel. El Ayuntamiento de Sant Joan ha comenzado los trámites para la expropiación del inmueble y su futura conservación.